Columna de opinión de América Solidaria
Fue el 20 de noviembre de 1989 derivado de la Asamblea General de las Naciones Unidas, México junto con casi todos los países del mundo aprobó los acuerdos de la Convención sobre los Derechos del Niño.
Han pasado 23 años desde que nuestro país asumió el compromiso de velar por el interés superior de los infantes. En los 54 artículos contenidos en el documento quedan claros sus derechos y cómo se debe garantizar su aplicación y ejecución. Una encomienda que implica trabajo conjunto entre la familia, gobierno y sociedad.
Los niños y niñas tienen derechos, eso está claro, pero para hacerlos valer es necesario destinar presupuesto para la aplicación de programas, formación y profesionalización de servidores públicos cuya labor específicamente es el trabajo con la niñez.
El trabajo en favor de la infancia debe ser transversal, con políticas cuyo objetivo sea el desarrollo integral del niño/a. Es cierto que el trabajo inicia en casa, que es en la familia donde reciben valores, confianza, límites y disciplina. Pero al llegar a la escuela ¿reciben educación de calidad? Al parecer no, pues “8 de cada 10 niñas y niños de 6° de primaria no alcanzan los logros esperados en las áreas de lenguaje y comunicación”, según datos de la Unicef.
Algunos niños y niñas reciben educación en condiciones precarias, no sólo en cuanto a la calidad de la educación, pues a ello se le suman instalaciones decadentes y recursos tecnológicos en su mayoría nulos.
Mientras que, si hablamos de salud, la pandemia por COVID-19 ha dejado en México a 131,325 niños, niñas y adolescentes en situación de orfandad (Unicef, 2021) y el gobierno todavía no emite la encomienda de vacunar a todos los infantes, que no se salvan de la enfermedad.
Es aquí donde cabe reflexionar sobre los festejos del día del niño, porque el amor se vive con hechos y no palabras.
Festejar a los niños y niñas en México va más allá de un festival o juguetes para que se aíslen de una realidad que los golpea a la cara, que deja claro que su futuro no es como el que ellos sueñan en sus fantasías. En nuestro país querer a los niños y niñas debería festejarse con programas de educación de calidad que les brinden un mañana lleno de salud y triunfos académicos o ¿me equivoco?
En América Solidaria México trabajamos por cambiar su realidad, por ofrecer un futuro prometedor a partir del reforzamiento educativo, programas generadores de líderes juveniles que transformen su realidad y que les brinden las herramientas necesarias para ser agentes de cambio en favor de ellos y su comunidad.
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