Aporte editorial de América Solidaria México
Sin duda existe una gran incertidumbre sobre el rumbo que debe tomar la educación pública en México, pero de lo que estamos seguros es que debe fortalecerse y estar preparada para resolver los retos que la sociedad exige, su estructura debe considerar la diversidad nacional con todas sus particularidades.
La pandemia por COVID-19 sacó a flote las necesidades y las urgencias de la educación en México, dejando al descubierto las brechas de desigualdad en entornos rurales y urbanos. En el caso de la educación en zonas rurales, existen tres puntos a considerar.
- Gran parte de los trabajadores asalariados perdieron su empleo, mientras que los agricultores aumentaron sus ventas ofreciendo productos del campo de casa en casa.
La mayoría de los empleados asalariados de las poblaciones rurales brinda sus servicios en las ciudades. Policías, personal de seguridad privada, trabajadoras domésticas, albañiles y ayudantes generales, entre otros, perdieron su empleo o su sueldo les fue disminuido al 50%, por lo que regresaron a su comunidad para buscar otra forma de sustento para sus familias, lo que aumentó el trabajo infantil y se reflejó con la ausencia de los niños y jóvenes en clase.
Aunque la educación en México es gratuita, los padres de familia tienen que “cooperar” para el mantenimiento de las instalaciones educativas, el pago de personal administrativo, la limpieza y hasta para la vigilancia escolar. Es aquí donde es pertinente solicitar cambios en la construcción de políticas públicas que asignen presupuestos especiales para las escuelas de las comunidades rurales y su personal, así como para reactivar programas como el de desayunos escolares, cocinas comunitarias y comedores escolares, que serían un gran apoyo para la nutrición y educación de niños y jóvenes.
- El acceso a servicios digitales fue casi nulo para quienes viven “lejos” de la cabecera municipal.
El confinamiento llevó a las comunidades rurales a hacer uso de dispositivos electrónicos, por lo que las personas se vieron en la necesidad de adquirir productos digitales como celulares, computadoras, tablets y hasta celulares para uso de internet. En el caso de la educación fueron artículos que se volvieron imprescindibles para que los niños y jóvenes pudieran asistir a clases de manera virtual, lo que repercutió en la economía familiar que de por sí ya era precaria.
Es aquí donde una vez más quedó al descubierto la necesidad de desarrollar políticas públicas para generar plataformas educativas integrales que permitan brindar productos digitales a la comunidad estudiantil, con el fin de no afectar su economía y educación.
- La necesidad de trabajar en conjunto a favor de la comunidad fue indispensable para salir adelante, pues aunque en las comunidades rurales no existieron curvas de contagio, fue necesaria la unión para lograr sostenerse en pie.
Las consecuencias del cambio de vida afectaron a la sociedad en general, y aunque en las comunidades rurales no se vivió un hacinamiento como en las grandes ciudades, las afecciones a nivel socioemocional son evidentes y su atención requiere programas específicos acorde a su contexto.
En resumen, la pandemia dejó al descubierto lo olvidadas que se tienen a las comunidades rurales al momento de ejecutar políticas públicas, pues si antes ya había diferencias que evidenciaban la desigualdad educativa, hoy la brecha es más profunda y requiere de contenidos programáticos específicos acorde a las necesidades y entornos sociales específicos.
Fortalecer el sistema educativo es una necesidad urgente, pues solo así se podrán afrontar futuros desafíos como el que se presentó con la pandemia por COVID-19.
MCE. Ignacio Díaz Mendoza
Miembro de la Red de Especialistas en Formulación de Políticas Educativas en América Latina y el Caribe.
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